El monaguillo era ateo pero no le molestaba en nada la liturgia, como tampoco limpiar la iglesia. El cura poco notaba la limpieza pero muy bien la suciedad, como todos; usualmente le gritaba.
El cura nunca lo vio, algún día, las heridas de Cristo fueron lavadas, alguien le quitó clavos, corona y agregó una tablita bajo sus pies para que descansara y cambiara un poco la cara de martir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario