jueves, 23 de julio de 2009

El monaguillo era ateo pero no le molestaba en nada la liturgia, como tampoco limpiar la iglesia. El cura poco notaba la limpieza pero muy bien la suciedad, como todos; usualmente le gritaba.
El cura nunca lo vio, algún día, las heridas de Cristo fueron lavadas, alguien le quitó clavos, corona y agregó una tablita bajo sus pies para que descansara y cambiara un poco la cara de martir.

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