miércoles, 4 de noviembre de 2009
Echó un concepto al fuego y lo vio derretirse, el frío seguía, nada le daba calor. Echó un diario, luego un libro, nada. Echó una tostadora que arrojó dos tostadas en ignición, probó una, le calentó por un momento. En la desesperación tragó parte del libro, del diario y del concepto. El frío parecía establecerse en los huesos por ser lo más interno, lo más primitivo que siente. Tal vez ese frío habitaba ahí, y ese ahí pertenecía al frío. Se sintió dueño solo de su carne, su carne caliente que vivía con furia, que se multiplicaba y movía, que sitiaba a esos huesos. Su carne que era la que resistía, sin embargo, por dos frentes al frío. Al final los sitiados saldrían, el frío vencería, pero nada se trata de los finales.
1 comentario:
siempre que paso por acá me encuentro con muchas sorpresas, cosas lindas. eso me gusta. y para variar no tengo mucho más que decir ese pequeño halago.
un beso grande seba
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