El alto grado corrosivo de un sentimiento violento que irrumpe en la razón con un golpe de estado, prepotente como la infantería en un jardín infantil. Los monstruos son inmunes a las armas de la razón. Rápidamente acceden al cuello para ir al pecho y hacer un atentado de escalofríos. Una superproducción de latidos posiblemente lleve a una mente mutilada y fallando a trabajar al triple y a autodestruirse.
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