viernes, 16 de noviembre de 2007

Cuaderno viejo

Un texto que andará por los 10 meses y había pasado desapercibido hasta que uno hojea un cuaderno, actividad que debería estar prohibida.

El tiempo no existe fuera de nosotros, los ojos constipados de imágenes. El tiempo se nos desvanece como un fantasma de nuestra esencia. Pero algo terrible se insinúa en las olas del mar, en los estados de la luna y en la frecuencia de las estrellas. Algo terrible que hacemos consuelo, algo en sus eternos nacimientos, algo que nos promete devenir en la tristeza y eternidad en el contento. El devenir incesante, la falta de treguas y las tranquilidades quietas que también se mueven hacia el recuerdo y vuelven al presente y lo llevan al recuerdo y vuelven, así hasta el consuelo, el hastío o una marcha extendida al futuro, veneno. Vuelve, nada vuelve, todo avanza ¿pero dónde? ¿pero qué? uno quiere desdoblarse, reflexionarse como el gato que lame su pata para ver en qué se es, en qué soy yo ¿yo qué? uno busca una referencia para no irse por el incesante devenir, una ola, un cuarto creciente, una estrella o una mano, una boca, una boca bella de belleza eterna del amor que se nos escapa por el otro lado, esa tensión, esa capacidad de consuelo y de compasión para darle vida a todo el universo.

No hay comentarios: