jueves, 7 de febrero de 2008

un cuento que yo cuento

- Te cumpliré tres deseos – Dijo el genio
- ¿Tre’ deseo’? – rumió Osvaldo que ya sabía el último y de pura ansia lo puso primero – Quiero infinito deseo’
- Bien – dijo el genio.
Ahí nomás le entraron unas ganas de pedir otro deseo, pero tan bien de besar a todas las señoritas, así como de comprarse un helado, y como de costumbre empezó por lo último, por fácil. Nunca había sentido tal placer y emoción, menos por un helado de dos pesos, y ya chupándose los dedos como volviendo a sí recordó que todo deseo se le cumpliría.
De puro vicio fue a buscar a la Celina, que al parecer desprevenida del suceso mágico lo mandó a un lugar que no es objeto de estudio de la topografía. Rabioso llamó al genio, que viéndosela venir afirmo con voz tranquila y sonora “infinito deseo. Te quedan dos deseoss”
- Ah ¿so’ vivo? Bueno quiero, ssseñor, infinitosss, desseossss.
- Bien – dijo el genio monótonamente encogiéndose de hombros.
Al mismo tiempo apareció Celia dando traspiés, pidiendo perdón; el Club Atlético Olimpo fichaba a Ronaldinho, Zidane y Laspada. Todo iba como el quería literalmente.
Precavido, tenía deseos pedidos que lo protegían de todo riesgo: guerra, robos, enfermedades, hambruna, balas perdidas, muerte de seres queridos, cambios en el mundo (incluyendo la destrucción del mismo) todo era a su gusto. Tormento ¿qué? Deseaba ser feliz, lo era, al rato ya se le pasaba, algo fallaba en ese deseo, pronto se alejo de Celia, dejo de pedir que Olimpo ganara después de un invicto de dos años, quería algo pero no sabía qué y así no se puede pedir. Llamó al genio como asesor - ¿Qué hago? ¿Qué pido? Vos tenés que saber.
- El primer deseo que pediste con un poco del segundo.
- Bueno dame eso.
- Bien, este es tu último deseo. Desear es el tesoro más grande de la humanidad y… - Nada más escuchó Osvaldo que había ido a comprarse un helado como para hacer la prueba y olvidarse de a poco de aquel genio que se iba acomodando los pantalones por la avenida.
- ¡Ja! El olvido – dijo el heladero – ese es el tesoro más grande de la humanidad.
Osvaldo pagó, regaló el helado a un nene de por ahí y se fue contrariado.

1 comentario:

Romina dijo...

Hola Sebas, soy Romina, te acordás? hace mil que no hablamos pero vi esta dirección en el msn y me imaginé que me iba a encontrar con cosas muy lindas en este espacio... y así fue...buenísimo! Respecto a este último escrito, como dirían los chinos: cuidado con lo que deseas!! El deseo se engendra en la falta y es el motor de la vida, no deseamos porque vivimos, vivimos porque deseamos...