El borracho está
inmóvil, ha bebido su última copa antes o
después de entrar al cielo, no sabe. No tiene resaca, ni signos de abstinencia. No recuerda por qué tomaba y piensa que, tal vez, el vino divino hace olvidar o tal vez ya ha
reencarnado en otra persona. Duda si había entrado en el cielo o en el infierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario