viernes, 2 de abril de 2010
cultivando sueños en el desierto te hallé en plena tormenta. Preguntaste si yo tenía un argumento para sostener mi cuerpo de pie. Yo pescaba estrellas entre las nubes y las enterraba en mis párpados. Indefectiblemente vas a caer dijo, porque todos los que viven a luz prestada caen. Pero ¿Cómo hago para tener luz propia? dije. Ni siquiera me miró, ni siquiera un gesto, solo habló en un tono monótono. Entonces el ruido se alzó contra nosotros, del susto se me cayeron las estrellas en tus sueños y tus sueños gritaron al meterse en tus párpados. El ruido sin embargo se fue desperezando, acomodando, articulando hasta ser una melodía que parecía brillar. Cuando te quise inquerir si vos también habías sentido eso, ya no estabas ahí, o sí pero ya no para mí.
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