Demasiado es el tiempo que acortamos y destrozamos en partículas carentes de significado por si solas. Pero demasiado es, demasiado correr y demasiado hablar y hablar y quedar, quedar bien, quedar, demasiado quedar en las orillas de ser. Demasiado el tartamudeo porque la vanidad es la madre de todas las rosas. De más puentes por la falta de ríos que de sobra inventamos y que hoy invenciblemente se muestra un abismo, la erosión de un polvo fino, tan fino y tan polvo hecho de no sentido, de partículas carentes de significado por si mismas.
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