Tus intentos de que todo sea una mentira eran casi simpáticos. De evocar a un Dios para luego negarlo, pero en su cara. Entonces la negación sí era una respuesta o casi y no sabía si del otro lado podías ser tan seria en semejante empresa. Quién dice que no había obra, que vos no eras un personaje tuyo y yo un decorado, quién sino el final terrible que declaró una voz de telón que no era tuya.
Y de todos los espejos en los que no te ves ni atravesás, rompés en el cual más te reconocés. El universo no puede estar tan cruzado, ni los dedos tan tiesos. Qué calor tienen esas imágenes que consumís, la fiebre, ni la fiebre ya.
Mientras la tormenta metamorfosea las nubes, las goteas permean el mar y las olas marean, el fondo del mar entre duerme viendo todo como si fuese una ventana y no debe comprender nada.
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