jueves, 7 de agosto de 2014

Estela

Es así, a veces alguien pone la mano debajo y la arena que cae se acumula, se forman pequeñas dunas que parecen desiertos. La arena nunca deja de caer y la mano sigue ahí, una mano humana con sus venas llenas de sangre, con sus articulaciones que se hinchan y sus músculos que se fatigan, pero es una mano humana y no se da por vencida. Porque ha pasado el record, el mito, la eternidad y el relato, pero la mano sigue ahí, formando los surcos de la arena con sus huellas. En la arena no se marcan los pasos, pero sí la lluvia fresca que busca a las semillas dormidas que se avivan y enraizan en la mano, se abrazan a las venas y a la sangre, que hacen suya y así crecen y afloran. Ahora la arena vuela.

No hay comentarios: