viernes, 15 de julio de 2011

Ser y tiempo

Cuando llegó el primer minuto muerto lo traté mecánicamente como a cualquier otro minuto, digo, yo apenas los diferencio. Ahora me doy cuenta que mi horror apareció entre el tercero y el sexto, fue la cantidad empírica. Cómo saber realmente que quedan minutos en ese lugar tan blanco, con el monitor afirmado que no ha cambiado salvo en su pequeño minutero trágico pero insignificante. Para ser sincero tampoco fui yo el espantado, mientras sólo actualizaba una pantalla pude sentir mis células hacer su vida, alborotarse tal vez, erizar mis pelos, darme frío, luego calor y tal vez sin siquiera saberlo. El horror fue saber unas cuantas células más avivadas que yo, estar tan con los minutos, ser tan Dios; y también las ganas de huir de los velorios.

Pero uno como responsable de este gran cuerpo debe hacerse cargo mientras las neuronas se divierten conectando estas ideas bobas.

No hay comentarios: