martes, 11 de marzo de 2014

Días bostezo

Llega un momento en que uno ya no odia a los que lo despidieron, ni ama a los que lo aplauden. Seguramente hay verdades para poner el grito en el cielo, pero hay un momento en que uno queda estupefacto de que eso tan alto en realidad no es algo sino muchas cosas pequeñas. Habrá también quien le haga mal a uno, como habrá mil formas de decir mejor esto, pero la noche, pero el silencio y los pulmones.
Sí, ya el sol aparecerá, las ruedas que giran, el agua que fluye y las manos, las manos que tanto. Pero todavía no, y es como la noche o las salas de espera en las que no hay revistas ni televisores. Pero ni si quiera sé qué es lo que espero o si espero algo, como la noche que también es como un largo desperezo. Ahora sé qué hacían los viejos de mi infancia ahí sentados, respirando a conciencia, masajeándose las articulaciones, o no, tal vez todavía no sé nada. Hay cosas que tal vez nunca se piensan como "me gusta apoyar los dedos" o qué pasa en el corazón cuando nos damos vuelta. Es un momento bostezo y cuando se bosteza no se entiende lo que uno dice.

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