Y me gusta porque se da como una flor abierta con un secreto, como una laguna clara y alegre. Porque en sus ojos contentos siempre la maldad se desconoce y brillan con la hermosura de la tristeza de la luna. Leve y profunda, cálida como el sol de la tarde baja. Y me siento bueno, y me siento joven como un longevo dios sorprendido.
Después en los sueños continua algo que en este mundo se me niega, por perfecto o tal vez por ser yo tan gusano, tan neolítico; y escucho con una alegría tranquila las palabras que acá me darían lo que a un bombero la alarma de incendios, y se lo que querés, y puedo dártelo.
Luego despierto, pero este ya no soy yo.
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